miércoles, 23 de abril de 2008

Despertando un recuerdo...


De vuelta al pasado, recuerdas a ese ser postrado en la vereda, sus ojos no tienen tiempo ni valor. Mientras esperas sentada, posas tus manos de mimo sobre la muralla cristalina, intentas acariciarlo a través de la superficie, recorres sus cabellos de plata y con tus dedos juegas a contar las manchas de su cara. Miras sus ojos y te parece que el dolor aún no ha tocado las profundidades. Pero él sigue ahí, desvaneciéndose mientras eleva una mano salpicada por la vida, entiendes ahora lo que él te pide, buscas la moneda de la felicidad, y la encuentras. Es fácil: no guardas muchas.
Sabes que es tiempo de tocar la realidad, rompes la muralla transparente, la mano te tiembla por el frío, pero un sonido interrumpe el encuentro.
Es hora de irse, la muralla de cristal crece frente a ti, ya no hay esperanzas, tu mano choca con el muro y dejas caer la moneda, es irremediable pensar que nunca más lo verás. De vuelta al presente, te preguntas por qué aún después de tantos años sigues recordando a ese mendigo.

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